miércoles, 20 de julio de 2011

La lucha por el control de los alimentos está servida

Por Claudio Alvarez-Dunn

Hace algunos días paré al borde de una carretera puertorriqueña para tomar un frapé de piña natural (licuado o granizado de ananá le dirían en Sudamérica) que una joven vendía en un puesto ambulante.
Lo que me llamó la atención fue que las piñas (ananás) ya tenían la corona cortada. Al indagar la muchacha me indicó que las están vendiendo así en los supermercados. La corona de la piña se entierra en la tierra y produce otra piña y así sigue el ciclo natural de la vida. Pero al parecer en Puerto Rico, como en muchos otros lugares del mundo, las semillas han comenzado a ser propiedad de unas pocas empresas multinacionales.
Puerto Rico fue un lugar donde el imperio siempre experimentó de muchas maneras sin el consentimiento de su población, entre lo que cabe destacar las famosas pruebas con pastillas anticonceptivas realizadas en las mujeres de los años 50, antes de ser puestas en venta en el mercado norteamericano, así que no sería raro ver que las multinacionales de las semillas hayan plantado bandera silenciosamente en la Isla del Encanto.
Efectivamente, con la complicidad del Gobierno en todas sus oficinas, unas 16 empresas que producen Organismos Genéticamente Modificados (OMG) ya se instalaron en suelo boricua con alfombra roja desde la propia Fortaleza y la alegría de las universidades donde reclutan a sus futuros empleados.
La idea del ex gobernador Aníbal Acevedo Vilá de crear una “bioisla” cobró auge sin medir las consecuencias, lo que fue seguida con rigor por su sucesor Luis Fortuño. En la página cibernética de una de estas empresas dice que Puerto Rico es casi un paraíso para los cultivos modificados ya que el gobierno facilita y ayuda a las empresas a establecerse y que PRACTICAMENTE no hay oposición a la manipulación genética, sino todo lo contrario, hasta hay incentivos gubernamentales para esas patentes…
Al parecer el negocio es tan bueno que la empresa Monsanto, líder del negocio de la biotecnología a nivel mundial, ya está abriendo la CUARTA planta en Puerto Rico. (ver nota relacionada en http://www.elnuevodia.com/vigenteladudaconlostransgenicos-1012153.html )

Actualmente, el millonario negocio de Monsanto gira en torno al pesticida Round Up y a las semillas manipuladas genéticamente para resistirlo. El 90% de los OMG (Organismos Genéticamente Modificados) cultivados en el planeta le pertenecen a Monsanto, ya que la compañía, contradiciendo hasta la propia Constitución de EE.UU. ha logrado patentar las semillas (que son fuentes de vida) como suyas.
Para demostrar su mollero, la empresa que ha demandado a cerca de 9,000 granjeros en Estados Unidos y Canadá que nunca sembraron sus semillas, pero la Naturaleza, especialmente el viento, llevó hasta esas tierras y originó los pleitos, casi todos ganados por la multinacional. Hay excepciones, como un bravo granjero canadiense que sigue luchando por su verdad y su inocencia, cuya historia puede verse en un bello documental titulado “El futuro de la comida: Alimentos manipulados genéticamente”. Ver video en http://vimeo.com/12705082

Históricamente, los productos de Monsanto generan tanta polémica como pacientes y muertes.

Hace 30 años, me pidieron desde la Redacción del desaparecido periódico El Mundo que hiciera una nota sobre el creciente número de soldados puertorriqueños que recibían asistencia en el Hospital de Veteranos de Puerto Rico. Los hallazgos fueron que miles de veteranos andaban con su salud muy deteriorada por, entre otras causas, haber estados expuestos en Vietnam a un producto que se conocía como el Agente Naranja. El creador del mortal tóxico resultó ser la compañía Monsanto.
En la década de los 60 Monsanto, entre otras empresas químicas, fue contratada por el gobierno de Estados Unidos para producir un herbicida llamado agente naranja para ser utilizado en la Guerra de Vietnam como defoliante para destruir la selva vietnamita y las cosechas, privando a los vietnamitas de alimento y de vegetación donde esconderse. El agente naranja fue un potente químico que causó entre la población vietnamita unos 400.000 muertos y unos 500.000 nacimientos de niños con malformaciones, además de las bajas en el propio ejército estadounidense. Debido a que el artículo 38 de la Constitución de EE.UU. prohíbe a los veteranos de guerra demandar al gobierno por lesiones sufridas en la guerra, muchos afectados demandaron a las compañías químicas que fabricaron el agente naranja. Alegadamente, la prisa de estas empresas por producir el herbicida con costos mínimos hizo que el producto final contuviera grandes cantidades de dioxina tetraclorodibenzodioxina, un subproducto altamente cancerígeno. Esto unido a la gran capacidad del agente naranja de permanecer activo en el suelo ha provocado graves daños en las selvas de aquel país, así como generaciones de niños con malformaciones y problemas de cáncer.
En 1984, tras un juicio impulsado por los veteranos de guerra estadounidenses contra las compañías químicas suministradoras del Agente Naranja (entre ellas Dow Chemical, Monsanto y Diamond Shamrock) se transó un acuerdo por $93 millones de dólares en indemnizaciones por daños a la salud de los soldados. Sin embargo, las demandas presentadas por la Asociación Vietnamita de Víctimas del Agente Naranja, han sido sistemáticamente rechazadas en los tribunales de EE.UU. Según el juez Jack Weinstein "no existen bases legales que justifiquen las demandas de los 4.000.000 de víctimas vietnamitas del agente naranja". Weinstein es el mismo juez que en el año 84 dictaminó a favor de los veteranos de guerra. Actualmente el Agente Naranja se usa en la guerra contra los cultivos ilícitos, especialmente contra la coca en Colombia.

Cabe destacar que en sus primeros años, Monsanto distribuyó la controversial sacarina y también proveyó de endulzantes a Coca Cola. Luego en la década del 20 expandió sus negocios para la química industrial, produciendo, por ejemplo, ácido sulfúrico. En los 40 fabricó plásticos y otras fibras sintéticas y desde entonces se relacionó con la empresa Searle, quien fabricaba aspartame (NutraSweet). Monsanto también sintetizó la hormona somatotropina bovina, otro controversial invento, ahora propiedad de Eli Lilly.
En Europa, los alimentos transgénicos, principal actividad de Monsanto, encuentran gran resistencia entre la población y los agricultores, que no consideran probada su seguridad para la salud humana. El cultivo de dichos alimentos transgénicos es prácticamente inexistente en el territorio de la Unión Europea con la excepción de España y Rumania.

En el 2002 el diario Washington Post publicó una serie de reportajes donde establecía que Monsanto había escondido por años la mortal polución de sus productos.
En YouTube pueden encontrarse numerosos reportajes sobre el tema, especialmente el titulado “El Mundo según Monsanto”, realizado por la periodista Marie-Monique Robin, donde revela cómo el agua envenenada de la fábrica de Monsanto en Anniston, Alabama, mató lentamente a un barrio cercano a la fábrica (ver en http://www.youtube.com/watch?v=Ln4Okz7eb0Q ).
El video muestra documentos internos de Monsanto donde se demuestra que la empresa sabía que la exposición al producto que ellos fabricaban llamado PCB (Polychlorinate biphenyl) producía efectos tóxicos en los seres humanos, especialmente erupciones cutáneas. Otro documento señala que en 1961 dos obreros que trabajaban en una cañería rota de la fábrica de Monsanto enfermaron de hepatitis, mientras que los peces que tuvieron contacto con el producto derramado en una cañada cercana murieron en tres minutos y medio.
En otro memorando interno de Monsanto de 1970 se establece que a pesar de la contaminación de sus productos, la empresa está decidida a no perder un solo dólar por las ventas de sus productos… así que continuaron envenenando a sus vecinos y al mundo. Lo sabían desde el principio, pero no revelaron nada hasta que fueron demandados y ya era demasiado tarde.
La producción de PCB fue prohibida unos 20 años más tarde, en 1979, por el Congreso de los Estados Unidos y por el Convenio de Estocolmo en 2001. Las enfermedades mayormente asociadas al PCB son cáncer, malformaciones congénitas, tiroidismo y trastorno de las hormonas sexuales.

En 2001 Monsanto fue obligada a pagar $700 millones de dólares para indemnizar a más de 20,000 víctimas de Alabama, pero ningún ejecutivo de Monsanto fue demandado. La cifra, aunque millonaria, representó apenas una porción de lo que la compañía produjo en ganancias durante esos 50 años de mentiras.
En 1914 Monsanto puso en las etiquetas que su producto Roundup era biodegradable, por lo que fue demandado varias veces por publicidad engañosa, especialmente en EEUU en 1996 y luego en Francia. Entre los descubrimientos de prueba se mostró que el Roundup es altamente tóxico y cambia la modificación celular de todo lo que toca, produciendo una inestabilidad genética que induce al desarrollo del cáncer.

La soja de Monsanto fue el primer cultivo transgénico orgánico en ser autorizado en EEUU en 1996 gracias a un fuerte lobby en el Departamento de Agricultura y la propia Casa Blanca de Bill Clinton, donde las multinacionales empujaron su proyecto casi sin oposición. Es más, la FDA decidió no crear una categoría nueva para regular los OMG y lo archivó como simples cruces de plantas tradicionales.
El cultivo de la soja transgénica tuvo un socio de oro en Argentina, donde miles de agricultores compraron el paquete tecnológico de Monsanto: soja transgénica y el herbicida glifosato (Roundup), dejando de lado las plantaciones de maíz, girasol, legumbres y las rotaciones de los cultivos, lo que garantizaba productos frescos todo el año a precios accesibles.
Ahora los productores están despertando de la trampa con suelos totalmente deteriorados, donde hacen dinero, pero matan la tierra. Hoy, impulsado por incentivos del gobierno, la soja transgénica cubre la mitad de la zona cultivable de Argentina: unas 14 millones de hectáreas. Pero con el tiempo, los agricultores de semillas transgénicas se han dado cuenta que sus cultivos no redujeron el consumo del herbicida, sino todo lo contrario. Ya hay malezas que ya son tolerantes al glifosato (Roundup), por lo que se necesita usar más herbicida. Al principio se necesitaban dos litros por hectárea, pero ahora se necesitan 3.5 litros del herbicida para fumigar una hectárea.
Con este cuento, Argentina pasó de usar UN MILLON de litros de Roundup en los 90, a 250 MILLONES DE LITROS el año pasado, la mayoría de los cuales se fumigan desde avionetas.
Pero con la fumigación del Roundup también llegó la muerte a las cosechas de los vecinos y hasta enfermedades de poblaciones enteras y escuelas donde el viento llega con esa carga letal.
El gobierno argentino esconde todo eso pues el millonario negocio que le deja la exportación de cada grano a los mercados europeos y chinos aporta suficiente ingresos para su funcionamiento populista. Pero las comunidades del interior del país comienzan a organizarse y lentamente van levantando su voz contra esa estela de corrupción y muerte. Para más detalles puede ver el video, “Soja, la pesadilla del oro verde” en: http://www.dailymotion.com/video/xdwpu9_soja-la-pesadilla-del-oro-verde_news

El modus operandi de Monsanto quedó en evidencia en Indonesia. En enero de 2005, Monsanto acordó pagar una multa de UN MILLÓN Y MEDIO DE DÓLARES por sobornar a un funcionario indonesio. La empresa admitió que un alto directivo de la empresa ordenó a una compañía consultora indonesia dar un soborno de $50.000 a un funcionario de alto nivel en el Ministerio del Medioambiente de Indonesia en el 2002, para de evitar la evaluación del impacto ambiental de su algodón genéticamente modificado. Monsanto ordenó a la compañía disfrazar una factura para el soborno como "costos de consultoría". Monsanto también ha admitido pagar sobornos a varios otros altos funcionarios indonesios entre 1997 y 2002.
Además, la empresa hizo frente a cargos criminales y civiles del Departamento de Justicia y la Comisión de Valores y Bolsas de Estados Unidos (SEC). Acordó pagar UN MILLÓN a Justicia y $500.000 al SEC en multas por soborno y otras violaciones.
El 5 de marzo de 2008 el procesamiento aplazado contra Monsanto fue cerrado por la Corte de Distrito de los EE.UU. (Columbia), indicando que Monsanto había completado las condiciones de la sentencia. Sin embargo, la empresa ha vuelto a ser investigada por justicia de EE.UU.

En Chile, hace menos de DOS MESES, el Senado de ese país transandino aprobó entre gallos y medianoche vender todas las semillas chilenas a Monsanto, en una decisión que dejó a muchos estupefactos pues en la práctica significa una fuerte pérdida de soberanía.
En pocas palabras, el “acuerdo” pactado por los senadores chilenos establece que Monsanto será el dueño de todos los vegetales, hortalizas, frutas y verduras sembrados en Chile ya que poseerá las patentes de todos los tipos de semilla que existan en el país, por lo tanto, como dueña de la marca “tomate chileno” podrá cobrar derechos a todos quienes cultiven tomate pues usaron sus semillas para hacerlo. (Ese es su negocio…)
Los chilenos no entienden cómo sus senadores, que supuestamente trabajan para el bien del país, hayan vendido algo tan sensible como las semillas del país: el inicio de toda la cadena alimenticia, de todo el ciclo, de algo tan ancestral que le pertenece a la tierra, y donde culturalmente, reside gran parte de la identidad nacional de un pueblo de gran tradición agrícola.

Nada parece detener a Monsanto por consolidarse como el monopolio de la semillas. Ellos creen que pueden conseguir todo a base de billetazos y nuestros líderes políticos parecen darle la razón. Mientras las autoridades siguen escondiendo la toxicidad y el daño que produce el Roundup para proteger el desarrollo de los OGM y sus inmensas regalías, el peligro de su modificacion genetica ya está llegando en forma de comida a los platos de muchas mesas alrededor del mundo.
La pregunta es: se puede confiar en que Monsanto dice la verdad sobre lo que está haciendo ahora con las semillas transgénicas… su pasado lo contesta todo… la guerra por el control alimenticio es un nuevo frente de las corporaciones oscuras por dominar el mundo, por lo que es importante que estemos atento a lo que comemos y, tanto o más importante, a las leyes que los políticos de tu pueblo firman.

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